Sísifo o el mito del “hacerse
cargo”
La ideología dominante quiere identificarnos
y hacernos vivir al modo de Sísifo.
Es éste un personaje de la mitología
griega que fue condenado por los dioses a subir una piedra de un peso enorme a
la cima de una montaña. Cada vez que estaba a punto de alcanzar la cumbre la
piedra se caía y tenía que volver a comenzar de nuevo.
Sísifo ha sido el mito utilizado para
representar el esfuerzo inútil, la tarea abocada al fracaso o el quehacer
sin sentido. Lo que desconoce la ideología dominante y nosotros olvidamos
con frecuencia es que Sísifo sonreía mientras subía la piedra.
El no cargaba con la
piedra movido por el castigo sino por su amor a la carga, a la montaña y al sol
del crepúsculo que contemplaba, a pesar de su ceguera, cada día con sus ojos
humedecidos por el sudor y las lágrimas.
A pesar del esfuerzo, Sísifo era capaz de
emocionarse cada atardecer ante la belleza de unas nubes a las que el Sol cedía
parte de su luz y colorido.
El postmoderno, la persona
"leve" de hoy, está intelectual, volitiva y emocionalmente
incapacitada para entender a Sísifo, para vislumbrar que la entrega total a una tarea no es pasión inútil y que lo único inútil
es una existencia que carece de pasión por nada.
Las especulaciones más elevadas, las
reflexiones más profundas, las palabras más sublimes no valen lo que el más
corto paso real de un ser humano que avanza y asciende por la cuesta de la
vida.
El paso es siempre un gesto corporal
que implica a todo el cuerpo; en ese sentido es algo auténtico, real.
Tomemos conciencia de que el paso sin
peso es imposible. Ese "peso", sin embargo, no es una carga sino
algo de lo que puedo hacerme cargo.
Sísifo nos está diciendo: "el mundo no es una carga para mí sino que el mundo está a mi cargo".
Cuando soy capaz de escuchar el sereno
palpitar de su corazón al reemprender, una vez más, la subida de la piedra a la
cima, puedo aprender que mi oportunidad básica, mi libertad más esencial y
profunda no radica tanto en soltar la piedra cuanto en la actitud con la que sobrellevo su peso y en mi disposición a empezar,
otra vez, a subir de nuevo.
JOSÉ MARÍA TORO
Editorial Desclée de Brouwer
Sísifo:
el deseo de la voluntad (Editorial N° 20
agosto-octubre 1997, Topía Revista) Enrique Carpintero
"Todos nos creemos uno; pero...no
es verdad, sino que somos muchos."
Pirandello
Es
Albert Camús quien analiza el mito de Sísifo para destacar como lo absurdo y la
dicha son inseparables y forman parte de la condición humana. Los dioses habían
condenado a Sísifo a rodar para siempre una roca hasta la cima de una montaña
desde donde volvía a caer por su propio peso. Habían pensado que no hoy castigo
más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza. Se le reprochaba a Sísifo
haber revelado los secretos de los dioses. También haber encadenado a la Muerte
y querer disfrutar de los placeres de la Tierra. Es por ello que su desprecio
de los dioses, su odio a la muerte y su apasionamiento por la vida le valieron
ese suplicio.
Si
este mito es trágico, lo es por que Sísifo tiene conciencia. De esta manera lo
que debería constituir su tormento es al mismo tiempo su victoria. El mito nos
enseña que todo no es ni ha sido agotado. El destino es un asunto humano que
debe ser arreglado entre humanos. La alegría silenciosa de Sísifo es por que su
destino le pertenece. Lo importante es el esfuerzo por llegar a la cima. Lo
importante es la lucha. En esa lucha vence a los dioses.
Por
ello escribe Camus "...Así, persuadido del origen enteramente humano de
todo lo humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está
siempre en marcha. La roca sigue rodando...Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los
dioses y levanta las rocas. El también juzga que todo está bien. Este universo
en adelante sin amo no le parece estéril ni fútil."
En
este camino absurdo Sísifo puede encontrar la dicha de que es posible construir
un mundo sin dioses donde lo que importa es la pasión por la vida.
El mito de
Sísifo
El mito de Sísifo
es un extenso ensayo de Albert Camus, originalmente publicado en francés
en 1942 como Le
Mythe de Sisyphe. El título del ensayo viene de una historia de la mitología griega. En él, Camus discute la cuestión
del suicidio y el valor de la vida, usando el mito de Sísifo como una metáfora
de la propia vida. De esta forma plantea la filosofía del absurdo,
que mantiene que nuestras vidas son insignificantes y no tienen más valor que
el de lo que creamos. Siendo el mundo tan fútil, Camus pregunta, ¿qué
alternativa hay al suicidio?
Sísifo era un
personaje de la mitología griega que hizo enfadar a los dioses con
su extraordinaria astucia. Como castigo, fue condenado a perder la vista y
empujar perpetuamente un pedrusco gigante montaña
arriba hasta la cima, sólo para que inevitablemente volviese a caer rodando
hasta el valle.
Camus desarrolla la
idea del "hombre absurdo", aquél que es perpetuamente consciente de
la completa inutilidad de su vida. Ésta, afirma, es la única alternativa
aceptable al injustificable salto de fe que constituye la base de todas las
religiones (e incluso del existencialismo, que por tanto Camus no aceptaba
completamente). Aprovechándose de numerosas fuentes filosóficas y literarias, y
particularmente de Dostoievski, Camus describe el progreso
histórico de la conciencia del absurdo y concluye que Sísifo es el héroe
absurdo definitivo.
En su ensayo, Camus
afirma que Sísifo experimenta la libertad durante un breve instante, cuando ha
terminado de empujar el peñasco y aún no tiene que comenzar de nuevo abajo.
En
ese punto, Camus sentía que Sísifo, a pesar de ser ciego, sabía que las vistas
del paisaje estaban ahí y debía haberlo encontrado edificante: "Uno debe
imaginar feliz a Sísifo", declara. Volviendo a su pregunta original,
concluye que el suicidio nunca está justificado.
Camus presenta el
esfuerzo inútil e incesante de Sísifo como una metáfora de las vidas modernas
consumidas en inútiles trabajos en fábricas y oficinas. Algunos encuentran esta
metáfora reconfortante, pues les hace sentir que no están solos, y pueden de
hecho trazar un paralelismo entre sus vidas y la de un personaje del amanecer
de los tiempos.
Sísifo
Fue el padre el
dios marino Glauco
con Mérope. Se decía que había fundado los Juegos
Ístmicos en honor a Melicertes, cuyo cuerpo había encontrado tendido en la playa
del istmo
de Corintio.
Fue promotor de la
navegación y el comercio, pero también avaricioso y mentiroso. Recurrió a
medios ilícitos, entre los que se contaba el asesinato de viajeros y
caminantes, para incrementar su riqueza. Desde los tiempos de Homero,
Sísifo tuvo fama de ser el más astuto de los hombres. Cuando Tánatos fue a buscarle, Sísifo le puso en grilletes, por lo que nadie murió hasta
que Ares vino, liberó a Tánatos, y puso a Sísifo bajo su custodia.
Pero Sísifo aún no
había agotado todos sus recursos. Pues antes de morir le dijo a su esposa que
cuando él se marchase no ofreciera el sacrificio habitual a los muertos. Así
que en el infierno se quejó de que su esposa no estaba cumpliendo con sus
deberes, y convenció a Hades para que le permitiese volver al
mundo superior y así disuadirla. Pero cuando volvió a Corinto rehusó volver de
forma alguna, hasta que fue devuelto a la fuerza por Hermes.
En el infierno
Sísifo fue obligado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera
empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre
rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio (La Odisea, xi. 593). El motivo de este castigo no
es mencionado por Homero, y resulta oscuro. Según algunos, había revelado los
designios de los dioses a los mortales. De acuerdo con otros, se debió a su
hábito de atacar y asesinar viajeros. Este asunto fue un tópico frecuente en
los escritores antiguos.
De acuerdo con la
teoría solar, Sísifo es el disco del sol que sale cada mañana y después se
hunde bajo el horizonte.
Otros ven en él una personificación de las olas
subiendo hasta cierta altura y entonces cayendo bruscamente, o del traicionero
mar. Welcker ha sugerido que la leyenda es un
símbolo de la vana lucha del hombre por alcanzar la sabiduría.