La historia de LEO, LA MASCOTA DEL DESCANSER.
La visita de Leonora, madre de Leo (mascota del Descanser):
https://bit.ly/3PpNrLD
Leo vino acompañando a Chelo, una de las participantes en el primer grupo del Descanser de Verano 2012 cuyo lema central era "El Silencio, el Corazón del Descanso".
Y luego, cada vez que entrábamos en la sala
para la meditación lo encontrábamos en una posición distinta. Cada vez que le mirábamos despertaba en
nosotros una serena ternura.
Cada vez que volvíamos a la sala nos saludaba
con su presencia silenciosa, con su sonrisa, situándonos en la actividad que
nos aguardaba.
Leo acabó siendo un compañero, una
invitación amable y tierna a cuidar nuestro propio silencio.
Sólo podemos descansar dentro. Por eso, entrar en la sala es siempre
una invitación a entrar en nuestro corazón…….y en el silencio, como corazón del
verdadero descanso.
Leo
iba acompañándonos en el recorrido por cada una de las estaciones o posturas
básicas del Descanser: estar de pie, caminar, sentarse y acostarse.
Escuchaba atentamente las observaciones de
José María. Y sobre todo saboreaba el silencio
compartido del grupo.
Leo despertaba una sonrisa
que no quebró nuestro silencio sino que lo prolongó y lo envolvió de alegría y
ternura.
¿Por qué el nombre de Leo?
Laura, otra de las participantes, dejó escrita en "la cajita del Silencio" un texto en el que compartía una
experiencia vivida en uno de sus paseos silenciosos por la playa de Aguadulce (Almería) sobre un niño llamado Leo.
(Más abajo puedes acceder a la transcripción de dicho texto o a la audición del mismo tal y como fue leído por José María en el momento dedicado a comentar las observaciones, preguntas o experiencias que los participantes van dejando en esa "cajita del silencio").
Cuando José María solicitó propuestas
de nombre para nuestro “monito del silencio”…. Leo fue el nombre finalmente elegido.
El día de la despedida Leo se
sumó a la comida…..
Ya era, ya es… uno más del DESCANSER.
Así es como, de un modo inesperado, espontáneo y cargado de simbolismo, Leo se ha convertido en
la mascota del Descanser. Y acompañará de ahora en adelante a todas esas
personas que quieran seguir descansando a los pies de ese Maestro llamado
Silencio.
Audio que recoge la lectura del texto "Leo" y cuyo contenido se transcribe a continuación.
Leo: la mascota del Descanser.
El coqueteo de las olas. El susurro
del viento. La caricia del sol sobre la piel… y…
- “¡Leo, no vayas por
ahí que te vas a quemar los pies! ¡Ven para acá!”.
- “Leo, ven cariño,
corre al sol, coge la toalla y sécate rápido que te vas a enfriar. ¡Ven te
digo!”.
- “Leo, si te comes
ahora tu helado, luego no vayas a querer del mío ¿eh?, ¡que te conozco!”.
El pobre Leo,
atragantado, confuso, apresurado, corre de aquí para allá debatiéndose entre
sus ansias de descubrir mundo, y la fuerza que sobre él ejercen las continuas órdenes
de su madre. Corre hacia un lado para no quemarse; corre hacia el otro para no
enfriarse… Y lo hace sin saber por qué ni para qué. A él no le molestan las
piedrecitas calientes de la playa, ni siente frío por estar mojado a pleno sol.
Él está bien intentando tan sólo ser y ya. Pero para poder ser y que a uno le
dejen ser, los que son junto a nosotros deben haber descubierto el tesoro de habitar
el corazón. Un tesoro al que sólo se accede cuando se dejan de necesitar mapas dibujados
por otros. No hay caminos marcados para llegar al corazón…
Y a Leo, que
está en el suyo, lo amenazan con que no se le vaya a ocurrir desear otro helado
más tarde… ¿Más tarde? ¡Pues vaya problema, si él lo quiere ahora! Y se lo come
gustoso, concentrado, ajeno a la advertida y temida frustración anunciada por
su madre.
Todos
hemos sido Leos de corazón y con corazón. Y a todos nos han deshabitado por
dentro. La prisa, la orden, el orden... El amor mal entendido nos ha exiliado
de nuestra propia voz. Leos ausentes y ajenos a esta paz, a este ahora, a esta
brisa.
Dejemos libres
a nuestros Leos internos e invitémoslos a que se quemen y a que se enfríen. Devolvámosles
el espacio sagrado en el que poder equivocarse y en el que aprender a caer y a
levantarse. Recordémosles lo intenso de la vida y lo bello de dejarse rozar,
tocar y hasta empujar por su fuerza.
Soltemos nuestros Leos al sol y
dejemos que se hagan, que se tuesten a fuego lento; que se respiren sin prisas;
que saboreen a qué sabe su Ser cuando se les deja ser en su quietud y en su silencio;
que disfruten de cada pálpito de su corazón latiendo vida desde dentro y hacia
afuera… desde fuera y hacia adentro. Aceptemos la grandeza y la sabiduría de su
pequeñez y mimemos su libertad y el miedo que ésta nos provoca.
¡¡¡Vuela Leo, vuela!!! ¡¡Quémate,
enfríate, desea!! ¡Ve a abrazar las olas, que ellas te cuidan! (Laura
Fernández. Jueves 19 de julio 2012)
Nota final: Agradezco a Jesús y a Estíbaliz su generosidad al regalarnos a Leo para que así podamos compartirlo y especialmente a Chelo (Consuelo Yepes) que hizo posible toda esta "magia" de la ternura del Silencio. Agradecimiento también a Laura Fernández, madrina de Leo, por compartir sus experiencias a través de palabras que embellecen nuestro descanso.
JOSÉ MARÍA TORO.