Un blog para compartir latidos de entrega a la Vida y, más específicamente, a la tarea más noble y de más alta responsabilidad: EDUCAR.
Una puerta que se abre para adentrarnos en el reconocimiento de lo que nuestro Corazón ha sabido siempre.
La Bondad consiste
en dar el “bien”, en ofrecer lo bueno, lo que no daña al otro ni le
perjudica. Pero también significa o implica dar bien, es decir,
apropiada y justamente.
“Es tan bueno
que parece tonto”. Es ésta una expresión tan frecuente como popular pero
que sólo adquiere sentido aplicado al ego, en tanto y en cuanto “quiere parecer
tan bueno que es tonto”.
Sólo nuestro falso
yo, la imagen que queremos mostar, el personaje que nos gusta representar de
cara a la galería confunde la bondad con la estulticia o la estupidez.
De la persona buena puede sacarse
mucho provecho, ya que es una fuente de benevolencia, dulzura y
entrega pero nadie puede aprovecharse de ella, simplemente porque
nunca lo permitiría. Si dejo que alguien se aproveche de mi yo me convierto en
víctima y, en ese mismo instante, estoy conformando o manteniendo al otro como
agresor.
Si algo caracteriza al que es
bueno es su estar despierto y su lucidez. Por eso “sabe dar lo justo a
quien lo necesita, cuando es conveniente
y del modo más adecuado”. Nunca da lo innecesario ni se ofrece para
lo superfluo y jamás hace nada por el otro que éste pueda hacer por sí mismo.
El bueno colabora, el
necio reemplaza.
El bueno responde, el
tonto se adelanta.
El bueno hace con el otro,
el necio hace por el otro.
El bueno acompaña, el
tonto sustituye. Aquél ayuda, éste soluciona.
La persona buena no renuncia a
nada para colmar el exceso de otros, pero puede renunciar a cualquier cosa para
satisfacer la demanda justa de alguien realmente necesitado. La renuncia o
donación del bueno es siempre un gesto de afirmación y por eso es vivido con
satisfacción y gozo. No se siente menguar en nada porque siempre está colmado
de su sí mismo.
Finalmente, también huye de la
tentación de universalizar su bien porque reconoce que no necesariamente
lo bueno para él es bueno para otros.
El bueno vive siempre su
capacidad de donación y entrega hasta el extremo, pero no en exceso.
¡Cómo pasa el tiempo!. Rescatando al formato digital momentos pasados que traigo de nuevo al presente como recuerdo, como presente-regalo.
Entrevista en el programa "TAL COMO SOMOS" de Canal Sur TV.1996 y que giró en torno al libro EL PULSO DEL COTIDIANO (publicado por Sal Terrae, 1993)
EL VARÓN "HABITADO"
Es preciso recuperar y recrear lo "masculino"
para hacer posible la integridad de lo "humano".
Es preciso que los hombres despierten
para que también la mujer vea despuntar la aurora.
Es preciso reconocer lo propio
para que la Unidad Superior se manifieste.
Masculino y femenino,
la sístole y diástole del palpitar de la Vida.
Poco a poco tenemos que ir reconociéndonos
sin tener que poner nombres ni etiquetas
a lo que sentimos y vivimos,
a un nuevo modo de estar y de ser.
El horizonte de la Nueva Humanidad nos llama a todos y a todas:
diversos, diferentes... pero no desiguales.
Y nos advierte:
"tal vez las cadenas las llevamos dentro. Muy dentro".
JOSÉ MARÍA TORO.
A propósito de la sesión formativa con el grupo de hombres del Centro para la Igualdad EZ:BERDIN de Vitoria-Gasteiz.23 de Mayo 2012
´Los recortes han creado un ambiente de miedo que influye en los niños´
Maestro con una
extensa carrera profesional y especialista en distintos ámbitos de la
expresión y la comunicación, considera que los recortes en Educación han
afectado directamente al aprendizaje de los escolares, pero defiende
con creces una lucha social contra el "tijeretazo".
ENTREVISTA REALIZADA POR ana fajardo
El profesor José María Toro ha visitado el colegio Mariano Benlliure
para inculcar a los docentes los valores que integra su penúltimo libro
titulado "Educar con corazón", una publicación de lectura obligatoria
en las facultades de magisterio. Este maestro subraya que "la sociedad
no es consciente del papel que tiene la escuela y la educación en
general" y hace un llamamiento a la ciudadanía para "volcarse sobre el
magisterio, en el sentido de darle reconocimientos y la valoración que
se merece", pero, también, defiende que "el magisterio debe devolver a
la sociedad lo que recibe multiplicado con su entrega y con un trabajo
impecable".
¿Qué importancia puede tener el corazón a la hora de impartir clase?
Yo
reivindico el corazón como un espacio en el que también los niños
puedan entrar. En muchos centros hay unas aulas de informática con
ordenadores y el niño sabe que cuando entra en esa aula va a navegar por
internet. Yo propongo que en los colegios haya también aulas sin
muebles, con una decoración sencilla, para que los niños se tumben en el
suelo, de manera que cuando los pequeños entren puedan navegar en su
corazón, en su mundo interior.
¿Qué papel tendrían exactamente esas aulas especiales de las que habla?
He
comprobado con los docentes que entrar en ese espacio interno y
reconstruir desde dentro las actitudes y motivaciones particulares
supone renovar su vocación, se reaviva su entusiasmo y eso ocurre
exactamente igual con los niños. De hecho, los profesores que están
poniendo en práctica esa experiencia dicen que los escolares demandan
una y otra vez este espacio porque allí se reencuentran consigo mismos y
eso es muy importante.
¿Esa experiencia novedosa serviría, entonces, para mejorar el rendimiento escolar?
Hay
estudios que demuestran la relación entre el estado anímico y el
aprendizaje. Todos sabemos que cuando uno está mal porque tiene un
problema eso repercute en la vida diaria. El problema justamente hoy en
el rendimiento de los niños es que el mundo interno está bastante
confuso y caótico, ven que el entorno de la familia no es sano, los
padres se pelean, todo lo que envuelve a los niños es prisa, es
inquietud, es nerviosismo. Los niños son esponjas que se empapan de todo
eso. Cuando los niños no están en paz, en contacto con su alma o
serenos tienen muchas dificultades para aprender.
¿Piensa que el entorno actual es consecuencia del fracaso escolar?
No
creo en el fracaso escolar. Yo creo que el fracaso escolar es el
reflejo de un fracaso mucho más amplio, es de toda la sociedad. Si un
niño no aprende a leer puede ser fracaso de la escuela porque no han
sabido enseñarlo. Pero, si ese niño no tiene un entorno familiar
favorable, si no está bien alimentado, si no hay un entorno que estimule
a los niños a la lectura... No creo que sea justo hablar del fracaso
escolar. Por supuesto que hay una parte que repercute a la escuela y más
concretamente al maestro. Pero, no se puede hablar de fracaso escolar
sin hacer una visión mucho más amplia al fracaso de la sociedad.
Estamos
en época de recortes, de movilizaciones constantes... ¿cree que esto
influye directamente sobre el aprendizaje de los niños?
Por su puesto
que sí. Hay un ambiente de miedo, de pesimismo, de abatimiento y toda
esta dinámica socioeconómica está generando miedo. Ante esta situación,
los niños también son sensibles. El miedo paraliza y debemos orientarlo
hacia la rabia e ira que nos servirá para llevarnos a la acción, pero
no podemos quedarnos ahí porque nos quedaríamos en un carácter colérico y
rabioso. Tenemos que canalizar esa energía hacia el corazón para
convertirlo en una corriente de acción con pasión y amor. En este
momento es muy importante para los maestros, el cultivar el espacio
personal, el hacernos autónomos e independientes del entorno en el que
estamos y no ser una víctima del entorno, si no crear el propio entorno.
Las crisis siempre son una oportunidad y esta crisis puede servir para
crear nuevos enfoques.
¿Considera entonces que las protestas por parte de los docentes no deberían llegar a las aulas?
Yo
veo muy bien esta lucha social contra los recortes, porque en Educación
y Sanidad habría que meter la tijera cuando ya no quedara ningún otro
sitio. Hay otros espacios donde se puede recortar más y serían menos
dañinos. Donde habría que meter la tijera tendría que ser no en el tema
económico, sino en el tema de la presión burocrática, la presión
horaria, social, hacer recortes en los contenidos, porque hay una
sobrecarga. Habría que hacer una priorización sobre los contenidos que
interesen más a las necesidades de los chavales.
Carta final de despedida de Pinocho a la clase.
Texto con el que termina el libro EDUCAR CON CO-RAZÓN.
Las
imágenes corresponden al final del video FUIMOS FELICES APRENDIENDO, un video que recogía imágenes de las experiencias y vivencias compartidas
desde 1º a 5º de Primaria (1993-1998) en el Colegio Público "Pedro
Parias" de Peñaflor (Sevilla) y que fue entregado a cada alumno/a.
El texto de la carta aparece en las páginas finales del libro "Educar con Co-razón".
CARTA
DE "PINOCHO" A LOS
NIÑOS Y NIÑAS DE LA
CLASE.
¡Queridos
Amigos y Amigas!.
Desde las tierras maravillosas del Reino de Fantasía, desde lo
más hondo de mi corazón de madera al que vosotros habéis convertido en corazón
de carne os escribo estas palabras. Tal vez sea la última vez que pueda
dirigirme a vosotros. Por eso os pido que leáis estas líneas con mucha atención
y cariño. El mismo que brota de mis dedos al escribirlas. Pero sobre todo,
guardadlas en lo más profundo de vuestra alma, de vuestro corazón. Es allí y
sólo allí, y no en la cabeza, en la mente, donde realmente se comprenden las
cosas, al menos, aquellas cosas que nos hacen ser felices y recibir la vida
como un regalo.
Lo primero que quiero pediros es que NO
OLVIDÉIS NUNCA todo lo que habéis vivido juntos. No dejéis que el polvo del
olvido cubra todo lo que habéis visto, habéis oído, habéis tocado, todo lo que
habéis escuchado y leído.
No olvidéis que
cada día, antes de que llegárais a clase, allí estaba yo en la pared,
calentando con mis rayitos del pecho cada una de vuestras mesas y así no os
encontrárais con el frío de la mañana.
No olvidéis que en el corazón de José
María era yo quien bajaba las escaleras para ir a recibiros y saludaros en la
alegría de un nuevo día en el que volvíamos a estar juntos.
No olvidéis las muchas horas que hemos
pasado en la alfombra verde, hablando, escuchando, aprendiendo, cogiéndonos de
las manos y transmitiéndonos unos a otros el calorcito de nuestra amistad y
cariño.
No olvidéis nunca que todas las cosas que
habéis oído son como semillas que ahora tienen que ir creciendo en vuestros
corazones. Tenéis que mostrar al mundo que realmente habéis sido sembrados
por la ternura, por la amistad, por la
responsabilidad, por la sinceridad y por la alegría.
Yo os he mostrado la satisfacción del trabajo hecho con amor y dedicación. Sólo si sois
responsables, sólo si amáis de verdad todo aquello que hacéis, sólo si
realmente sentís en vuestro corazón que con cada hoja que estudiáis, con cada
cuento que escribís, con cada dibujo que pintáis colaboráis a hacer un mundo más hermoso y
mejor...sólo así habréis visto,
escuchado y comprendido todo lo que he compartido con vosotros en todo este
tiempo.
En todos estos años que he estado con
vosotros, participando de vuestras tareas, de vuestros descansos, de vuestras
fiestas e incluso de vuestros viajes y excursiones he sentido vuestro cariño.
Sé que Pinocho es para vosotros mucho más que un simple muñeco de madera. Es
alguien mágico que tocó vuestros corazones y los inundó de alegría.
Pero quiero deciros que también vosotros
habéis tocado el mío y lo habéis llenado
de gozo y de ternura. Vosotros habéis hecho del mío un corazón de carne
del que muchas veces, al recordaros, han brotado lágrimas calientes. Recordad:
"a veces la alegría es tanta que el corazón se desborda y rebosan lágrimas
dulces por los ojos".
Tal vez ya no me veáis colgado en la
pared. No importa. Yo no me iré si me seguís llevando dentro de vosotros. Quizá
os ha llegado la hora de mirar dentro del corazón para poder leer de nuevo
aquellas frases mágicas:
"Siempre puedo empezar de
nuevo", "Soy responsable de mis cosas y trabajos","Para
hacer bien una cosa, amigo mío, hay que amarla". "Con mi trabajo
ayudo a mejorar el mundo", "Defiende tu opinión hasta que otros te
aporten otra mejor", "La ternura es la suavidad con la que nos sale
la luz que llevamos dentro", "El silencio es bonito y nos ayuda a
estar mejor","Mi alegría no depende de nada ni de nadie, sólo de mí".....
A vosotros, mis queridos niños y niñas,
os corresponde ahora pasar todos esos pensamientos y sentimientos a vuestra
vida, a todo lo que hagáis en la casa, en la escuela o en la calle. Yo os
acompañaré siempre. Si alguna vez la tristeza os inunda por dentro, pensar en
vuestro solito del pecho y acordaros de mí y de la impresionante corriente de
amor que circula entre nuestros corazones.
Yo sé que hay muchas cosas de la escuela
que no os gustan. Pensad siempre qué podéis hacer vosotros para mejorarlas. No
podéis decir a nadie que hace mal su trabajo si sois los primeros en hacer
vuestras tareas por cumplir, con la
rapidez con la que se hacen las cosas que no se aman.
Y lo más importante de todo: yo he
querido transmitiros que la Vida es algo
maravilloso que hay que cuidar y defender. De nada sirve que aprendáis mucho si
luego vuestro corazón no es generoso y tierno, si hacéis que otros sean
infelices y no colaboráis en mejorar todo aquello que sintáis que no es
correcto o defectuoso.
Mi mayor alegría sería comprobar que allí
donde estáis sois focos de Luz, de Amor y de Entusiasmo. Podéis mostrar a los otros niños, a vuestros
mayores, que la Vida no se detiene sino que va hacia adelante. Con vuestro
ejemplo podéis proclamar que podemos ser y vivir de otra manera. Y sabed que
cuando viváis así, desde la luz de vuestro corazón, el resplandor de todo
aquello que hagáis o digáis llegará hasta la más lejana de las estrellas. Y
desde ella, Dios sonreirá, se alegrará y derramará sobre vosotros toda su
infinita ternura.
No me despido porque no siento que me
vaya. Yo ya os llevo dentro, muy dentro. Y me acompañaréis incluso en mis
paseos por los jardines del Paraíso. Allí, sembraré un huerto de rosas y a cada
una pondré cada uno de vuestros nombres. Y al oler su perfume volverán a mi
memoria los recuerdos de todo lo que hemos vivido juntos. Y cuando me gire para
ver la silueta de Dios entre las nubes doradas del atardecer le daré una y mil
gracias porque hizo de vosotros mi mejor regalo. ¡Os quiero!.
PINOCHO. JOSÉ MARÍA TORO
JOSÉ MARÍA TORO. Maestro. Escritor. Formador y conferenciante.
Carlos González es licenciado en Ciencias Físicas. Ha ejercido como profesor
de adolescentes durante 24 años. Actualmente es investigador y
divulgador de los nuevos paradigmas científicos y también formador de
educadores. Autor del libro: "Veintitrés maestros, de corazón-un salto
cuántico en la enseñanza-".
Cada vez oigo
más esta expresión "¡no tengo tiempo!".
Es como si el
tiempo se estuviese convirtiendo en un enemigo y los relojes, agendas y
calendarios en sus más sutiles armas.
Es como si
hubiésemos cosificado el tiempo: lo consideramos y lo vivimos como una cosa que
se puede tener, ahorrar, ganar o perder.
Lo que no hace
sino advertirnos que quizá estemos cosificando toda la existencia.
El tiempo se
me escurre como el agua por la reseca arena de la playa. La vida corre y,
lo peor de todo, es que muchas veces yo no voy con ella.
He olvidado
que el tiempo no se gasta sino que se
crea, que no es cuestión de tener tiempo, sino que el tiempo me tenga, me
reciba y me acoja.
Hay una manera
de vivir la temporalidad que adopta la forma del agobio, del estrés, de la saturación
o la prisa. Mas también puedo vivirla desde la paciencia, la serenidad y el
equilibrio.
No puedo
añadir ni un solo segundo a mis días; por lo tanto no tiene sentido pedir más
tiempo sino repartirlo, organizarlo y, sobre todo, vivirlo mejor.
¡No tengo
tiempo! es otra forma de decir ¡No me
tengo a mí mismo!, es el grito desesperado de cuantos seguimos aspirando o
creemos ser directores generales del Universo.
La sensación
de no tener tiempo es la vivencia cotidiana de quien se agobia porque no sabe
que es eterno y quiere hacerlo todo y hacer de todo...en un día...en un
año...en una vida.
Me quejo de
falta de tiempo cuando soy incapaz de vivir la plenitud en aquello que
precisamente hago y vivo en ese momento y por tanto necesito el minuto
siguiente para vivir aquello que dejo escapar de la vivencia presente.
¡Sí, tengo
tiempo! .El justo y necesario para que descubra y estruje las entrañas de la
vida, la maravilla del amor y del servicio, el misterio del ser humano, sus
grandezas y miserias.
Se me ha
otorgado el tiempo imprescindible para que mi paso por la vida sea un regalo
para el mundo.
Por eso, estoy
llamado a vivir y dar testimonio de "libertad del tiempo", aunque las
correas de mi reloj estén completamente apretadas.
Nunca más diré
“no tiempo tiempo” porque lo que tengo,
tal vez, no sea sino “un exceso de tareas”.
Todavía se cimbrean mis
entrañas al evocarlo. Lunes tres de
Marzo, las siete y media de la
mañana. En mi regazo acojo como puedo el cuerpo de un niño
roto por el dolor. Se llama Jesús, tiene nueve años y es uno de mis alumnos.
Acabo de comunicarle que la enfermedad de su padre ya se ha terminado.
-¿Ya está en mi casa?, me
pregunta con sus ojos de hondo mar.
-No, Jesús. ¿Recuerdas lo
que hablamos en clase de lo que sucede cuando se encienden todas las lucecitas
del alma?. Tu padre es ya un ser de luz, ya está viviendo de otra manera.
El niño comprende y echa su
rostro sobre mi hombro. Comienzo a sentir cómo la humedad del sufrimiento
empapa mi camisa y ahoga mis entrañas. Acaricio su pelo de trigo dorado y dejo
deslizar por su espalda toda la ternura que brota de mis dedos. Luego unos
minutos de silencio, de comunión en el abrazo.
Hay quien dice que tengo
cierto don de palabra. Pero no, ahora no las encuentro. Toda una eternidad ante
el teclado del ordenador y en la pantalla no veo sino los surcos profundos de
un sufrimiento que se lleva hacia abajo, hacia lo hondo.
Es tal la corriente de
sentir que aún me embarga que la palabra se torna silenciosa y discreta. Se
reconoce insuficiente y pobre.
No tengo ningún concepto que
elaborar, ninguna idea que comunicar: sólo un foco de amor inmenso en el centro
mismo donde el llanto del sinsentido comienza a brotar.
No sé qué alcance, qué
efecto tienen en él mis palabras, mis caricias, pero si percibo cómo me alcanza
y me trastoca por entero este cuerpo de ángel humano desplomado sobre mí por el
peso de su tristeza. Y siento que juntos, él y yo, con su padre mirándonos
"desde la otra orilla", comenzamos a elevarnos como si la mano de
Dios nos levantase en un remolino de impresionante ternura.