miércoles, 26 de septiembre de 2018

LO QUE SE PUEDE GANAR AL PERDER UN MUNDIAL DE FÚTBOL. O LO QUE UN GOL PUEDE REVELAR SOBRE TI.



Algunas de las imágenes más llamativas durante la celebración del último Mundial de Fútbol no han ocurrido en los campos de juego sino en los espacios donde se congregaban miles y miles de aficionados de las diferentes selecciones nacionales. Y una de ellas era la explosión desbordada de júbilo que expresaban los aficionados de cualquier país cuando su equipo conseguía algún gol.

Este evento deportivo, como otros muchos, pone de manifiesto la alegría infinita que siempre nos aguarda dentro de nosotros y que, desgraciadamente, no vivimos de manera deliberada, consciente y libre, en nuestro cotidiano vivir.
Cuando contemplaba las inmensas muchedumbres brincando contentas tras el gol de su equipo tomaba conciencia de la inmensa alegría que había en todas y cada una de las personas que saltaba y gritaba celebrando el gol de su equipo. 

No temo equivocarme si sospecho que buena parte de ellas, en su vida cotidiana, viven  más en la apatía, la melancolía e incluso la tristeza o la pena.  Pensaba si una alegría de tal calibre e intensidad no podría dosificarse para verterla sobre las personas y situaciones que ordinariamente vivimos. Porque una cosa me quedaba clara: si las personas son capaces de expresar una alegría así es porque esa alegría ya estaba dentro antes de que se produjese el gol. 
El gol no crea la alegría de los aficionados, simplemente la despierta, la activa y la moviliza. Por eso un gol puede convertirse en algo tremendamente valioso por lo que puede revelarnos sobre lo que somos, sobre nuestra verdadera naturaleza y nuestra identidad esencial y real.
Un gol me dice que yo soy Alegría, que en mí hay una capacidad de gozo enorme y que, por tanto, siempre puedo liberarla o expresarla. La alegría no está en el gol. 
De hecho, los aficionados del equipo contrario, no sólo no se alegran sino que se entristecen, se enfadan e incluso se deprimen. 

Si la alegría estuviese en el gol alcanzaría a todos y no es así, sólo afecta a aquellos que se identifican con un determinado equipo, con unos colores.
Es cada aficionado el que le otorga ese poder a un balón, convirtiéndolo en algo mágico, en un estímulo propicio y legitimado para actualizar, movilizar y expresar parte de esa alegría que está en nuestra naturaleza, en nuestro ser. 
Si yo soy alegría, siempre puedo vivirla ya que en cualquier momento puedo vivir lo que soy. Pero hemos aprendido a hacerla depender de determinados estímulos, hechos, personas o situaciones. 
Simplemente le hemos otorgado ese poder.
Mi padre, aficionado del Betis, decía sabiamente: cuando gana me alegro, pero cuando pierde me quedo igual.
Cada cual es libre de emocionarse con lo que quiere, cada uno es libre (o tal vez no tanto) de prestar su identidad a un equipo de fútbol, a una profesión, a una ideología o modo de pensar, a unas creencias, a una lengua o a un lugar de nacimiento.

Ganamos mucho al perder un mundial si con ello ganamos en conciencia, en libertad frente a los estímulos externos, sean del tipo que sean; si no dejamos que nada ni nadie merme nuestra energía, nuestra inteligencia ni nuestra capacidad de alegría.
Ganamos mucho al perder un mundial si ello nos hace tomar conciencia de que podemos ganarnos a nosotros mismos, recuperar la conciencia y vivencia de la Alegría que somos.
El gol nos proporciona una alegría tan intensa como fugaz. A veces dura sólo el tiempo que el equipo contrario nos empata o nos gana. 
Pero como estímulo, como impulsor, como detonante…. tiene un valor impagable: el valor de poder hacerme consciente en algún momento, de que esa alegría que el gol me provoca y desata en mí, esa alegría es mía, esa alegría SOY YO. Y a partir de ese momento, de esa toma de conciencia, decido que voy a vivir el gozo y plenitud que soy aunque no haya partido, aunque no haya goles e incluso cuando los goles caigan en la portería de mi propio equipo.
     

JOSÉ MARÍA TOROMaestro. Escritor. Formador y conferenciante. Autor, entre otros, de "Educar con Co-razón" (19ª ed.)"La Sabiduría de Vivir" (4ª ed.)"Descanser. Descansar para Ser" (3ª ed.) , "Mi alegría sobre el puente. Mirando la vida con los ojos del corazón" (2015) "El pulso del cotidiano" (2017) publicados por la Editorial Desclée de Brouwer.


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