jueves, 7 de noviembre de 2013

Sísifo, o el mito del "hacerse cargo".




                            Sísifo o el mito del “hacerse cargo”

La ideología dominante quiere identificarnos y hacernos vivir al modo de Sísifo.
Es éste un personaje de la mitología griega que fue condenado por los dioses a subir una piedra de un peso enorme a la cima de una montaña. Cada vez que estaba a punto de alcanzar la cumbre la piedra se caía y tenía que volver a comenzar de nuevo.

Sísifo ha sido el mito utilizado para representar el esfuerzo inútil, la tarea abocada al fracaso o el quehacer sin sentido. Lo que desconoce la ideología dominante y nosotros olvidamos con frecuencia es que Sísifo sonreía mientras subía la piedra. El no cargaba con la piedra movido por el castigo sino por su amor a la carga, a la montaña y al sol del crepúsculo que contemplaba, a pesar de su ceguera, cada día con sus ojos humedecidos por el sudor y  las lágrimas.

A pesar del esfuerzo, Sísifo era capaz de emocionarse cada atardecer ante la belleza de unas nubes a las que el Sol cedía parte de su luz y colorido.

El postmoderno, la persona "leve" de hoy, está intelectual, volitiva y emocionalmente incapacitada para entender a Sísifo, para vislumbrar que la entrega total a una tarea no es pasión inútil y que lo único inútil es una existencia que carece de pasión por nada.

Las especulaciones más elevadas, las reflexiones más profundas, las palabras más sublimes no valen lo que el más corto paso real de un ser humano que avanza y asciende por la cuesta de la vida.

El paso es siempre un gesto corporal que implica a todo el cuerpo; en ese sentido es algo auténtico, real. Tomemos conciencia de que el paso sin peso es imposible. Ese "peso", sin embargo, no es una carga sino algo de lo que puedo hacerme cargo.

Sísifo nos está diciendo: "el mundo no es una carga para mí sino que el mundo está a mi cargo".

Cuando soy capaz de escuchar el sereno palpitar de su corazón al reemprender, una vez más, la subida de la piedra a la cima, puedo aprender que mi oportunidad básica, mi libertad más esencial y profunda no radica tanto en soltar la piedra cuanto en la actitud con la que sobrellevo su peso y en mi disposición a empezar, otra vez, a subir de nuevo.
                                                           JOSÉ MARÍA TORO
                                            Del libro “La Vida Maestra” (pág. 59).
                                                       Editorial Desclée de Brouwer 

JOSÉ MARÍA TORO. Maestro. Escritor. Formador y conferenciante.
Autor, entre otros, de "Educar con Co-razón" (17ª ed.), "La Sabiduría de Vivir" (3ª ed.) y "Descanser. Descansar para Ser" (3ª ed.) publicados por la Editorial Desclée de Brouwer.

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Sísifo: el deseo de la voluntad   (Editorial N° 20 agosto-octubre 1997, Topía Revista)  Enrique Carpintero                                                                                                     
"Todos nos creemos uno; pero...no es verdad, sino que somos muchos."    Pirandello


Es Albert Camús quien analiza el mito de Sísifo para destacar como lo absurdo y la dicha son inseparables y forman parte de la condición humana. Los dioses habían condenado a Sísifo a rodar para siempre una roca hasta la cima de una montaña desde donde volvía a caer por su propio peso. Habían pensado que no hoy castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza. Se le reprochaba a Sísifo haber revelado los secretos de los dioses. También haber encadenado a la Muerte y querer disfrutar de los placeres de la Tierra. Es por ello que su desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su apasionamiento por la vida le valieron ese suplicio.

Si este mito es trágico, lo es por que Sísifo tiene conciencia. De esta manera lo que debería constituir su tormento es al mismo tiempo su victoria. El mito nos enseña que todo no es ni ha sido agotado. El destino es un asunto humano que debe ser arreglado entre humanos. La alegría silenciosa de Sísifo es por que su destino le pertenece. Lo importante es el esfuerzo por llegar a la cima. Lo importante es la lucha. En esa lucha vence a los dioses.

Por ello escribe Camus "...Así, persuadido del origen enteramente humano de todo lo humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está siempre en marcha. La roca sigue rodando...Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta las rocas. El también juzga que todo está bien. Este universo en adelante sin amo no le parece estéril ni fútil."

En este camino absurdo Sísifo puede encontrar la dicha de que es posible construir un mundo sin dioses donde lo que importa es la pasión por la vida.


El mito de Sísifo

El mito de Sísifo es un extenso ensayo de Albert Camus, originalmente publicado en francés en 1942 como Le Mythe de Sisyphe. El título del ensayo viene de una historia de la mitología griega. En él, Camus discute la cuestión del suicidio y el valor de la vida, usando el mito de Sísifo como una metáfora de la propia vida. De esta forma plantea la filosofía del absurdo, que mantiene que nuestras vidas son insignificantes y no tienen más valor que el de lo que creamos. Siendo el mundo tan fútil, Camus pregunta, ¿qué alternativa hay al suicidio?
Sísifo era un personaje de la mitología griega que hizo enfadar a los dioses con su extraordinaria astucia. Como castigo, fue condenado a perder la vista y empujar perpetuamente un pedrusco gigante montaña arriba hasta la cima, sólo para que inevitablemente volviese a caer rodando hasta el valle.

 Camus desarrolla la idea del "hombre absurdo", aquél que es perpetuamente consciente de la completa inutilidad de su vida. Ésta, afirma, es la única alternativa aceptable al injustificable salto de fe que constituye la base de todas las religiones (e incluso del existencialismo, que por tanto Camus no aceptaba completamente). Aprovechándose de numerosas fuentes filosóficas y literarias, y particularmente de Dostoievski, Camus describe el progreso histórico de la conciencia del absurdo y concluye que Sísifo es el héroe absurdo definitivo.
En su ensayo, Camus afirma que Sísifo experimenta la libertad durante un breve instante, cuando ha terminado de empujar el peñasco y aún no tiene que comenzar de nuevo abajo. 

En ese punto, Camus sentía que Sísifo, a pesar de ser ciego, sabía que las vistas del paisaje estaban ahí y debía haberlo encontrado edificante: "Uno debe imaginar feliz a Sísifo", declara. Volviendo a su pregunta original, concluye que el suicidio nunca está justificado.
Camus presenta el esfuerzo inútil e incesante de Sísifo como una metáfora de las vidas modernas consumidas en inútiles trabajos en fábricas y oficinas. Algunos encuentran esta metáfora reconfortante, pues les hace sentir que no están solos, y pueden de hecho trazar un paralelismo entre sus vidas y la de un personaje del amanecer de los tiempos.     

Sísifo

En la mitología griega, Sísifo (Σίσυφος) fue fundador y rey de Éfira (nombre antiguo de Corinto). Era hijo de Eolo y Enarete y marido de Mérope. De acuerdo con algunas fuentes (posteriores), fue el padre de Odiseo con Anticlea, antes de que ésta se casase con su último marido, Lærtes.
Fue el padre el dios marino Glauco con Mérope. Se decía que había fundado los Juegos Ístmicos en honor a Melicertes, cuyo cuerpo había encontrado tendido en la playa del istmo de Corintio.
Fue promotor de la navegación y el comercio, pero también avaricioso y mentiroso. Recurrió a medios ilícitos, entre los que se contaba el asesinato de viajeros y caminantes, para incrementar su riqueza. Desde los tiempos de Homero, Sísifo tuvo fama de ser el más astuto de los hombres. Cuando Tánatos fue a buscarle, Sísifo le puso en grilletes, por lo que nadie murió hasta que Ares vino, liberó a Tánatos, y puso a Sísifo bajo su custodia.
Pero Sísifo aún no había agotado todos sus recursos. Pues antes de morir le dijo a su esposa que cuando él se marchase no ofreciera el sacrificio habitual a los muertos. Así que en el infierno se quejó de que su esposa no estaba cumpliendo con sus deberes, y convenció a Hades para que le permitiese volver al mundo superior y así disuadirla. Pero cuando volvió a Corinto rehusó volver de forma alguna, hasta que fue devuelto a la fuerza por Hermes.
 
En el infierno Sísifo fue obligado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio (La Odisea, xi. 593). El motivo de este castigo no es mencionado por Homero, y resulta oscuro. Según algunos, había revelado los designios de los dioses a los mortales. De acuerdo con otros, se debió a su hábito de atacar y asesinar viajeros. Este asunto fue un tópico frecuente en los escritores antiguos.
De acuerdo con la teoría solar, Sísifo es el disco del sol que sale cada mañana y después se hunde bajo el horizonte. 
Otros ven en él una personificación de las olas subiendo hasta cierta altura y entonces cayendo bruscamente, o del traicionero mar. Welcker ha sugerido que la leyenda es un símbolo de la vana lucha del hombre por alcanzar la sabiduría.


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