martes, 17 de abril de 2012

Maestros y Maestras, funcionarios de la Vida.


Hoy la burocracia es una enorme carga, un peso que aplasta a muchos colectivos profesionales. Sospecho de que “la administración, queriendo controlar y fiscalizar a los que no trabajan, asfixia y ahoga a los que trabajan”.

Educar es algo así como hacer camino con.  Acompañamos hacia algún lugar siempre imprevisto”. Educar es acompañar a alguien hacia ese lugar en el que reconocen lo que son y advierten y se entusiasman con “lo que pueden llegar a ser”. Educar es trazar y recorrer travesías, itinerarios y caminos que “tienen dirección”, que se orientan “en un sentido” y en los que la persona va dotando de sentido su vida, preñando de significado sus gestos y acciones cotidianas y reconociendo, asumiendo y encauzando su vocación y destino.

Las labores de tipo burocrático o administrativo tendrían que ser mapas y brújulas que orienten y faciliten los caminos educativos. Pero la travesía no se realiza nunca sobre los mapas ni programaciones sino en los paisajes relacionales, en las vivencias compartidas y en los acontecimientos que, como amapolas, brotan espontánea e inesperadamente, en las orillas de los senderos habitualmente transitados.

Los proyectos y programaciones no han de ser sino horizontes que seducen nuestra mirada y que, por tanto, enamoran nuestro corazón y convocan nuestros pasos. La burocratización de la escuela, es decir, el papeleo sin corazón, convierte al “maestro mago” en simple “funcionario burócrata” que vive sus actos como acciones sin sentido (es decir, sin dirección, sin norte), como algo repetitivo, monótono y rutinario que sólo se alimenta, como el farolero del Principito, del propio desencanto y de la desidia ajena.
Sin corazón, es decir, sin el latido de la pasión y de la entrega amorosa a aquello que se hace, el maestro deviene en funcionario que sólo tiene tareas que cumplir, sin propósito ni horizonte, que todo lo que hace es “más de lo mismo”, que configura su lugar de trabajo como espacio profano sin significado.

Sin corazón todo degenera: los desafíos en meras tareas, los horizontes en objetivos operativos, la aventura en procedimientos o metodología, las experiencias en técnicas y las vivencias en actividades.

Los maestros y maestras son  funcionarios al servicio de la Vida. Y es en el altar de de los momentos sencillos de cada día donde han de realizar, con plena devoción y entusiasmo, la ofrenda de su vocación y entrega.
                                                                    José María Toro.
                                    Autor de "Educar con Co-razón" (13ª edición). Editorial Desclée. 


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