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viernes, 15 de junio de 2012

El trabajo como agradecimiento

                                       
     Fue con uno de estos alumnos con el que vivi la experiencia que relata el siguiente texto.
                  Los alumnos y alumnas protagonistas de EDUCAR CON CO-RAZÓN

                                      EL TRABAJO COMO AGRADECIMIENTO

Hace unos días uno de mis alumnos de nueve años se negaba a hacer  sus tareas, su trabajo. Yo me acerqué a él, me senté a su lado, le cogí una de sus manos y le dije:
- " Bueno, en lugar de hacer tu trabajo te propongo lo siguiente: mira la ropa que llevas puesta. Cierra  los ojos y piensa por un momento en la cantidad de personas que han trabajado para que tú ahora puedas llevar esa camisa, esos pantalones, esos zapatos. Piensa ahora por un momento en tu padre que desde las seis de la mañana trabaja cogiendo espárragos o en lo que puede estar haciendo ahora tu madre: preparando la comida, lavando o planchando tu ropa, arreglando tu cuarto para que te lo encuentres agradable y limpio.
Abre ahora los ojos y mírame. Piensa en las horas y horas que yo he estudiado para ser maestro y poder ayudarte a aprender. Fíjate, ahora mismo estoy aquí trabajando contigo y con tus compañeros. Mira tócame aquí (acerco su mano a mi pecho): cuando uno trabaja y ama eso que hace, dentro del pecho se enciende como una llamita que te llena todo el cuerpo de un calorcito suave y de una gran alegría. Algunos días, cuando vuelvo a Lora, si he hecho mi trabajo con amor y entusiasmo y veo los árboles mecerse por el viento, las nubes moverse por el cielo, los pájaros revoloteando por encima de mi coche, me parece como si me estuviesen dando las gracias por todo lo que he hecho. ¿Sabes qué parece que me están diciendo?. Algo así como que con mi trabajo ayudo a mejorar y embellecer el mundo y que para hacer bien una cosa hay que amarla. Es verdad que a veces nos cuesta trabajar, pero con lo que cada uno hace en realidad no hacemos sino dar las gracias por todo aquello que recibimos.
Le apreté su mano con ternura y me levanté para ayudar a otro compañero que me requería.
El niño  hizo un gesto de agradecimiento a todo lo que la vida le ofrecía: abrió su cuaderno y empezó a escribir: Peñaflor,  7 de Abril .....

        Texto del libro: LA VIDA MAESTRA, pág. 69 (Editorial Desclée)

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